Esta es la historia de Paola, de poco
más de 20 años y rostro sonriente. Quien
llega a la consulta una mañana fría, y mientras
comenzábamos a conversar, me dijo: “¡Estoy muy ansiosa! porque siempre me ha
llamado mucho la atención las regresiones y vidas pasadas”. Y en la
medida que pasaban los minutos comencé a
tomar nota de todos los motivos que la habían llevado a pedir hora para una
sesión.
Para ella lo más
importante era poder encontrar respuestas de cómo poder ayudar a su hijo
pequeño quien sufría de una violenta dermatitis atópica, que estaba afectando cruelmente la piel de
todo su cuerpo y causando grandes heridas
que aparte de producir dolor y molestias, supuraban. Pero eso no era todo, aún
había más para su pequeño hijo, porque no podía comer absolutamente nada, teniendo ya más de 6 meses de edad.
También Paola, sentía una
gran curiosidad que la invadía y la hacía preguntarse tantas cosas, y la hacía
desear descubrir el porqué de un sueño que era recurrente en su vida, un sueño que
llagaba a ella muchas noches, por muchos
años. Paola soñaba estando en diversos lugares mirando el mar, con una fuerte convicción de que se avecinaba
un tsunami, y este sueño tan aterrador, también lo tenía su madre ( cuando
Paola era muy pequeña, su Madre, la veía
muerta bajo el agua).
Antes de comenzar la sesión también llegó a la conversación, otra pregunta que se hacía Paola: “Mi esposo dice que siente como si nos conociéramos desde siempre”.
Mientras mi inducción de relajación daba el inicio a la sesión…el cuerpo de Paola, ya comenzaba a acomodarse rápidamente en el sillón, dejándome ir descubriendo las señales fisiológicas que le dicen a una que el trance profundo está acercándose cada vez más, suave, limpia e inconscientemente, donde sus parpados se vuelven agitados y su respiración toma ese ritmo, distinto, profundo y lento, como cuando uno va entrando a un lugar sin darse cuenta, porque al sumergirse aún más profundo en ese lugar de su mente…de pronto! su rostro, comienza a contraerse, moviéndose de un lado a otro, dando claras señales de estar reviviendo un momento muy fuerte y conmovedor, donde quizás, las dudas comenzarían a disiparse…pero hasta ese momento nadie lo podía saber…y comienza a relatar: “Estoy frente al mar y no se q estoy haciendo aquí, porque no hay nadie, solo estoy yo... siento que espero algo pero no sé qué es…” Y cuando comenzamos a recorrer otros episodios de esa vida…parecía como una película difusa que se comienza a aclarar cada vez más, mientras sus palabras comienzan a describir: “Vivo en una isla de Haití, y me doy cuenta que me siento muy enamorada de un joven marino, y mi vida junto a él, me hace inmensamente feliz, porque disfrutamos al máximo cada minuto, hasta la última gota de tiempo, cada vez que regresa” Estos encuentros llenos de amor, ocurrían luego de ausentarse por varios días rumbo a distintos mares....y mientras Paola hablaba de los viajes de su amado, su pecho se llenaba de angustia, y esa angustia, la embarga de pie a cabeza. Porque el sólo hecho de pensar que se hombre, que tanto amaba, que la hacía tan feliz, debía partir nuevamente, un enorme temor era inevitable, un temor a que su amado, no volviera, y que pudiera perder la vida, ahogándose en el mar.
Avanzando en esa vida
pasada encuentra muchos recuerdos dulces de su hermosa relación, amor, unión y
tantas cosas más…hasta que sorpresivamente! en un momento en su rostro se vuelve a
plasmar mucho dolor y mientras las palabras van saliendo de su boca, comienza a contarme: ”Espero a mi novio, junto a mi hijo…pero pasan las horas y seguimos
esperando, con la puerta de la pequeña y
modesta cabaña abierta que miraba hacia el mar”. De pronto, aparece esa
en Paola, esa sensación de certeza, de que algo que tenía que ocurrir, era
inevitable, y comenzó a tomar consciencia de que no volvería a ver ese hombre
que tanto amaba, a ese hombre que le regalaba tanta felicidad, y las lágrimas inundaron completamente sus ojos,
porque esas lágrimas estaban llenas de un profundo dolor, porque una vecina de
la Isla, como un mensajero de la muerte, le traía esa noticia que su corazón le
había avisado por tanto tiempo, sí, su amado había muerto ahogado en el mar.
Paola siente un vacío y dolor en lo más profundo de su alma, un dolor que sabe, no podrá superar jamás. Avanzando en pequeños detalles interrumpe bruscamente su relato diciendo: “Ya sé lo que hago frente al mar…me voy a suicidar, voy a morir en el mar como él, y este es el momento que esperaba, porque aquí no hay nadie, porque todos huyeron en la Isla, todos huyeron del Tsunami que va a llegar…y todos tienen mucho miedo. Y es como si su corazón le estuviese diciendo que es el momento que viene esa gran ola para arrasar con todo, entonces como queriendo encontrar a su amado, en la muerte, se queda inmóvil, de pie, en la orilla del mar, sólo esperando. Y de pronto, desde el horizonte, en el mar, se comienza a levantar un inmenso muro obscuro, imparable, un muro destructor, hecho con toneladas de agua, y justo ahí, en ese aterrador momento, le pregunté: “Paola, y ¿Qué vas a hacer con tu pequeño hijo? Porque él tiene tan solo 6 años” y ella me respondió: “No puedo vivir sin él”. Rápidamente ve las olas crecientes que llegan violentamente a su lado como sabiendo su intención, y la envuelven entre giro y giro, como si una mano gigante la tomara y sacudiera hasta quitarle la vida. Pero de pronto Paola comienza a relatar: “Ahora estoy flotando, mirando desde arriba…y veo mi cuerpo, sin vida, en el agua, totalmente muerto...mientras mi alma flota, alejándose y contemplando ese cuerpo joven y saludable que acabo de dejar”. Y a medida que continúa el viaje a la eternidad, sigue flotando y elevándose… llamado su atención una especial luz grande y brillante, junto a ella, porque estaba su amor esperándola, en ese plano no material, por un lado feliz, por ese esperado reencuentro, pero por otro, muy triste al ver a su hijo pequeño solo, sin su madre, sin su padre y al cuidado de una vecina, quien lo dejaba al sol por largas horas, ocasionándole graves quemaduras en su piel, porque nadie lo cuidaría y protegería como sus padres, además de dejar de comer por varios días, porque la pena de estar sin sus padres, le impedía recibir alimentos . Paola recién sintiendo arrepentimiento y una gran amargura, dimensiona lo que acababa de hacer…pero ya era tarde, solo quedaba seguir adelante en el camino del alma, y aprender esa cruel lección, porque en sus futuras vidas seguramente no lo volvería a repetir.
Paola, saliendo de la sesión, estaba muy impresionada, reconociendo a su hijo actual, en ese hijo que dejó en manos de esa vecina, y pudo darse cuenta y comprender de dónde venía la dermatitis violenta que lastimaba la piel de su hijo en esta vida. Esa piel que en otra vida fue expuesta al sol hasta quedar herida. Además pudo descubrir también, que esa intolerancia a los alimentos en esta vida, coincidía con el no ingerir alimentos en esa vida pasada. Y ese amor, ese gran amor con el que se vuelve a encontrar, pudo descubrir que es su marido en su vida actual. Sin duda una gran historia, porque la vida les regala una nueva oportunidad para estar juntos una vez más, pero ahora consolidarse como familia y aprovechar cada momento que el pasado les negó.
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